Circo Máximo

El Circo Massimo, situado entre los montes Aventino y Palatino, tuvo el honor de ser el primer y mayor circo de Roma. Los circos romanos eran las instalaciones lúdicas más importantes de las ciudades romanas, junto con los teatros y anfiteatros. En el recinto se celebraban juegos públicos, consistentes en carreras de carros y diferentes espectáculos. Hoy, es un amplio parque abierto para todas las personas. 

Las carreras de carros que se producían en los circos romanos, eran públicas, y servían como actividad de ocio para los habitantes de la urbe romana. Todas las competiciones tenían un aliciente, las importantes apuestas que se llevaban a cabo.


Las dimensiones de la pista de arena, 600 metros de longitud y 225 metros de anchura, dejan pequeños otros circos, como el Flaminio y Majencio.

No se puede negar la evidencia y el estado de degradación del Circo Máximo suele provocar decepción en los turistas que lo visitan tratando de encontrar al menos las ruinas del recinto. Hoy solo se puede observar la explanada que conserva la forma que tuvo en su día, cubierta de hierba, y la spina.

La reutilización de la piedra y el mármol para otras construcciones posteriores dejaron el circo sin la estructura central y sin graderío y prácticamente sin los muros de salida. Al pasear por el enorme solar, un recinto preparado para acoger a 300.000 espectadores, uno puede imaginar la grandiosidad de lo que fue un día, mientras las cuadrigas recorrían la pista de arena y el clamor popular animaba las carreras.

Historia del Circo Máximo

Prácticamente todos los gobernantes de Roma contribuyeron a la reforma y a la mejora del Circo Máximo. El edificio primigenio del siglo VII a.C. con una estructura de madera, fue obra de Lucio Tarquinio Prisco, el quinto rey de Roma. Ya entonces se inició la tradición de uno de los acontecimientos preferidos por los romanos.

César Augusto, tras un incendio que arrasó la estructura de madera, lo enriqueció con mármol y travertino, añadiendo un palco imperial y el obelisco egipcio donado por Ramses II, y que hoy está en la Piazza del Popolo.

El emperador Constantino, ya en la fase final del Imperio romano, instaló el obelisco de Tutmes III, que hoy conocemos por encontrarse en la plaza San Giovanni in Laterano.

Además, las estatuas de varios dioses fueron colocadas en la spina. En cada uno de sus extremos estaba colocado un poste de giro, la meta, en torno al cual los carros hacían peligrosos giros a gran velocidad. Uno de las la parte más ancha, que era el punto de partida y donde se colocaban los carros.

La caída de Roma significó el fin del uso del Circo Máximo. En el año 549 d.C. tuvo lugar la última carrera. En la Edad Media, el extenso espacio que ocupaba el Circo fue empleado como recinto agrícola, donde cultivaban vides. Durante siglos albergó iglesias que posteriormente fueron derruidas, sirvió de cementerio judío en el XVII o de almacén de gas en el XIX.

Carreras de caballos

En cuanto a las carreras de carros, en la pista de arena cabían hasta 12 carros. Los corredores, montados en pequeños carros tirados por caballos, se jugaban mucho más que su prestigio o grandes premios, ya que muchos eran esclavos que buscaban su libertad.

En ocasiones también se llevaron a cabo exhibiciones ecuestres, conocidas como “Ludus Troianus”, un simulacro de batallas llevado a cabo por los jóvenes aristócratas romanos, o bien las carreras pedestres, que duraban varias horas y se realizaban a pie.

Cómo llegar al circo

Via del Circo Massimo, 00186 Roma. Metro: Circo Massimo, línea B.

Scroll al inicio