La Basílica Papal de Santa María la Mayor, situada en la cumbre de la colina del Esquilino, es una de las iglesias más antiguas de la Cristiandad, una de las cuatro basílicas mayores y una de las cinco basílicas patriarcales asociadas con la Pentarquía: San Juan de Letrán, San Lorenzo Extramuros, San Pedro y San Pablo Extramuros
Cuenta la tradición, que fue la Virgen quien inspiró su construcción en el Esquilino. Se le apareció en sueños al patricio Juan y al Papa Liberio, pidiéndoles la construcción de una iglesia en su honor, en el lugar que Ella indicaría. Milagrosamente, la mañana del 5 de agosto, apareció llena de nieve la colina, por lo que el Papa entendió que era ahí donde debía construirse la basílica; definió el perímetro de la nueva iglesia y Juan se ocupó de la financiación. Es el origen de la conocida advocación de la Virgen Blanca o Virgen de las nieves.
La Basílica Liberiana fue mandada construir en el año 360 sobre un templo pagano de Cibeles, convirtiéndose Santa María la Mayor en el primer templo cristiano dedicado a la Virgen.
Tras la vuelta de los papas a Roma, tras el exilio de Aviñón, la Basílica de Santa María la Mayor se convirtió temporalmente en la residencia de los papas debido al estado de deterioro en que se encontraba el Palacio de Letrán. Al tiempo, la residencia oficial se trasladó a la Ciudad del Vaticano. En la Basílica están sepultados varios papas, tales como Clemente VIII, Paulo V y san Pío V.
La basílica es una de las iglesias que se deben visitar en el peregrinaje de las siete iglesias de Roma para alcanzar la indulgencia plenaria en Año Santo.
En el año 1990, la basílica fue incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad en Europa por la Unesco.
Interior de Santa María
Su origen se remonta al Concilio de Éfeso (año 431), y es una de las únicas iglesias romanas que conserva la planta estrictamente basilical y la estructura paleocristiana primitiva.
El alzado de Santa María ha sido modificado varias veces y no mantiene su estado original debido a los varios proyectos realizados para solventar los daños del terremoto de 1348.
En el año 440 se terminó una primera ampliación de la iglesia. De esa época son los mosaicos de la nave central, que se han conservado desde entonces, así como el arco triunfal. De la época medieval, durante la que diversos papas encargaron nuevas ampliaciones, destaca la pavimentación de mármol en el suelo. Los mosaicos del ábside y de la fachada datan de finales del siglo XIII. También destaca el campanario medieval de 75 metros de altura, el más alto de Roma.
En cuanto al artesonado de madera en el techo, de época renacentista del siglo XVI, sigue un diseño de Giuliano da Sangallo. Se dice que fue dorado con el primer oro traído desde América, regalado por los Reyes Católicos de España al papa español Alejandro VI.