La muerte de un Papa y la elección de su sucesor son eventos trascendentales en la Iglesia Católica, cargados de tradición, simbolismo y espiritualidad. Este proceso, que ha evolucionado a lo largo de siglos, se desarrolla principalmente en Roma, el centro espiritual de la Iglesia Católica. A continuación, se exploran los detalles de estos acontecimientos.
Muerte de un Papa
Proclamación de la Muerte
Cuando un Papa fallece, el anuncio oficial de su muerte es realizado por el camarlengo, quien tiene la responsabilidad de verificar el fallecimiento. Tradicionalmente, esto se hacía golpeando suavemente la cabeza del Papa con un martillo de plata y llamándolo por su nombre de bautismo. Aunque este ritual ha caído en desuso, el camarlengo sigue teniendo un papel crucial.
Preparativos para el Funeral
Tras la muerte de un Papa, se inician los preparativos para el funeral, que generalmente ocurre de cuatro a seis días después. El cuerpo del Papa es embalsamado y colocado en el estado para que los fieles puedan rendirle homenaje. El velatorio tiene lugar en la Basílica de San Pedro, donde miles de personas se reúnen para presentar sus respetos.
El Funeral
El funeral del Papa es un evento solemne y multitudinario, con la asistencia de líderes religiosos y políticos de todo el mundo. La ceremonia se celebra en la Plaza de San Pedro y es dirigida por el Decano del Colegio de Cardenales. El cuerpo del Papa es colocado en un ataúd de madera simple, que luego se coloca dentro de un segundo ataúd de zinc y un tercer ataúd de madera. Finalmente, es enterrado en las criptas del Vaticano.
El Interregno y el Papel del Camarlengo
Después del funeral, comienza un período conocido como el interregno (del latín “inter”, entre, y “regnum”, reino), que es el tiempo entre la muerte de un Papa y la elección de su sucesor. Durante este tiempo, el camarlengo administra los bienes de la Iglesia y prepara el cónclave.
El camarlengo también sella los aposentos papales y destruye simbólicamente el anillo del Pescador, un sello que simboliza la autoridad papal, para evitar su uso indebido.
El Cónclave: Elección de un Nuevo Papa
Convocatoria del Cónclave
El cónclave es convocado por el Decano del Colegio de Cardenales y debe comenzar entre 15 y 20 días después de la muerte del Papa. Este tiempo permite que todos los cardenales del mundo viajen a Roma para participar en la elección.
Ingreso a la Capilla Sixtina
Los cardenales electores, menores de 80 años, se reúnen en la Capilla Sixtina para el cónclave. Antes de ingresar, participan en una misa especial y luego se dirigen a la Capilla en procesión, cantando la letanía de los santos. Una vez que todos están dentro, las puertas se cierran y se declara “extra omnes” (todos afuera), asegurando el secreto del proceso.
Votaciones
La elección del Papa requiere una mayoría de dos tercios de los votos. Los cardenales votan hasta cuatro veces al día: dos veces por la mañana y dos veces por la tarde. Las papeletas de votación se queman después de cada ronda. Si no hay un ganador, se agrega un químico para producir humo negro, indicando que aún no hay decisión.
Si un cardenal recibe los dos tercios necesarios, las papeletas se queman para producir humo blanco, señalando al mundo que un nuevo Papa ha sido elegido.
Aceptación del Cargo
Una vez elegido, se le pregunta al nuevo Papa si acepta su elección. Si acepta, se convierte inmediatamente en el nuevo líder de la Iglesia Católica. Luego elige un nombre papal, un nombre simbólico que usará durante su papado.
Anuncio del Nuevo Papa
El cardenal protodiácono anuncia al mundo el nombre del nuevo Papa desde el balcón de la Basílica de San Pedro con la fórmula tradicional: “Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam” (“Les anuncio una gran alegría: tenemos Papa”).
Primer Discurso y Bendición
Después del anuncio, el nuevo Papa se presenta al mundo y ofrece su primera bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo), marcando el inicio de su papado.
El Significado Espiritual del Proceso
La muerte y elección de un Papa es un momento de reflexión y renovación para la Iglesia Católica. El proceso está diseñado para asegurar que el nuevo Papa sea elegido con oración y deliberación cuidadosa, guiado por el Espíritu Santo. Es un recordatorio del legado y la continuidad de la Iglesia, así como de su misión de liderazgo espiritual en el mundo.